jueves, 27 de junio de 2013

Sobre la familia y su rol en la publicidad... (“La Publicidad en Familia”)

 

Reflexionando sobre el artículo que voy a comentar me pareció un poco irónico que al haberse realizado en España, aplicara tanto al caso mexicano, un país por cierto, muy orgulloso por ostentar el valor de la familia la cual decimos es la base de nuestra sociedad y en donde se toman gran parte de las decisiones. Muy cierto es que no hemos sido educados para analizar críticamente la publicidad que nos presentan los medios y que en familia, muchas veces fomentamos el consumo inadecuado de ciertos productos o servicios. Incluso, en familia ostentamos una imagen ante los demás, ante una sociedad que puede identificarnos y no necesariamente para bien (Arconada Melero, 1998).

Por supuesto recordé la famosa película de “The Joneses” o como se tradujo al español “Amor por contrato”  en la que una familia retratada como “ideal” para la economía norteamericana (y de hecho lo es pues los miembros no se encuentran realmente emparentados) viaja de ciudad en ciudad elevando los niveles de venta de ciertos productos y servicios para una vida de lujo. Al ver lo exitosos que son los integrantes de la misma, los vecinos, colegas y amigos desean copiarles en todo lo que consumen, razón del éxito que tienen como mercadólogos. Lo triste es que este núcleo familiar no es real sino que se trata de una gran fachada (Borte, 2009).


Ahora bien, traduciendo este escabroso ejemplo a la realidad mexicana, resulta preocupante ver un comportamiento similar. Si al director de determinada área se le ocurrió comprarse un reloj de marca, no sería sorprendente que sus compañeros le siguieran, lo mismo que las chicas que se inscriben al gimnasio de moda o compran las bolsas de determinado logotipo. Incluso los niños siguen estas tendencias en su microcosmos, ya sea con la marca del ratón Miguelito, los juegos de los aparatos de la manzanita, las muñecas de perfectas e irreales proporciones, etc. y los padres no parecen reaccionar o cuestionar estos comportamientos en masa. Es más, me he llegado a enterar de casos en que en determinados colegios se realizan fiestas de té o fiestas de cumpleaños para determinadas muñecas (que no para sus dueñas), obviamente la niña que no posea esa muñeca, de esa marca, no puede ir a dicha fiesta tan selectiva. ¿Los niños definen estos parámetros? Es difícil de creerlo ¿no?

Existen muchos aspectos interesantes de esta lectura pero me limitaré a comentar sólo otro más. El artículo menciona las distintas relaciones que aparecen en la publicidad, madre-hija, padre-hijo, madre-hijo; pero a la que desafortunadamente llama el eslabón perdido es a la relación padre-hija. Reconozco que cuando leí esta parte, una sensación desagradable me visitó, como cuando se presencia algo que se sabe pero no se quiere reconocer. Qué tan triste, machista e irresponsable es no generar publicidad que contemple a un padre cercano a su hija, ustedes lo juzgarán. Si esto es reflejo de algo que ocurre, sí es posible, pero ¿lo será en la mayoría de los casos? ¿No estaremos condicionando también a nuestros consumidores? Sé que alrededor de este tema existe un debate, pero la realidad ahí está, la publicidad que retrate una relación sana y deseable entre padres e hijas es casi nula (Arconada Melero, 1998).

Para cerrar, sólo resta decir que las reflexiones con las que cierra el autor son muy atinadas. Es cierto que la base de un consumidor inteligente es la educación pues ésta fomenta un pensamiento crítico. Por esta razón, la familia como ente social base, debe fomentar la educación en sus hijos, el pensamiento crítico, la discusión abierta y el romper paradigmas inútiles o incluso faltos de ética. Sólo así la balanza entre la soberanía entre el consumidor será equitativa con la del productor.


Bibliografía


 


Arconada Melero, M. (1998). La publicidad en familia. Comunicar, 83-96.

Borte, D. (Dirección). (2009). The Joneses [Película].


 

 

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