El concepto en sí me parece muy
interesante y aunque ha surgido lentamente, creo que se trata de una respuesta
lógica a la globalización, sobre todo de la información. El consumidor hoy en día
tiene todas las herramientas para averiguar qué consume, a quién se lo consume,
cómo y en qué circunstancias se produce o presta dicho servicio y en qué
condiciones será adecuado consumirlo. Si decide ignorarlo esa es simplemente su
decisión irresponsable y no sé hasta qué punto inconsciente.
De la mano de
este concepto obviamente va la responsabilidad social de la empresa, en este
caso, sobre todo impactando el área de mercadotecnia. No es ningún secreto el
que los productos amigables con el medio ambiente, la mercadotecnia “responsable”
o incluso de impacto social, tiene una mayor aceptación por parte de los
consumidores. Realmente gracias a la información a que se tiene acceso hoy en día,
los compradores pueden adoptar una actitud positiva o negativa frente a una
determinada empresa o corporativo.
De la manera
en que lo veo, este concepto es muy similar en naturaleza al de democracia. Se
trata de una relación bilateral que surge entre consumidor y comercio gracias a
las nuevas tendencias y demandas sociales. Justo en estas fechas en que se
acercan elecciones me parece que la analogía cobra relevancia. Si nosotros
exigimos gobernantes mejores y más comprometidos, más nos vale participar y
hacer escuchar nuestras demandas. Lo mismo pasa con los consumidores, si
seguimos comprando de manera poco concienzuda, como seguidores de una masa y de
los medios, sin pensamiento crítico, es evidente que los grandes consorcios van
a tomar provecho de nuestra actitud. De igual manera el gobierno debe
intervenir como regulador e informador, pero no nos engañemos, la decisión
final está en nuestras manos y el compromiso debe ser nuestro (Moyano Estrada & Navarro Yáñez, 2004) .
Para concluir, obviamente resta
hacer hincapié en el rol que fungen la familia y las instituciones educativas.
Como se comentaba en anteriores publicaciones discutidas como la de “Publicidad
en familia”, una de las conclusiones más importantes siempre llega a la
trascendencia de la cultura y educación (Arconada Melero, 1998) . Mientras más
conscientes nos hagamos de esta realidad más rápido podremos poner manos a la
obra y fortalecer las estructuras que tanta falta nos hacen para ser más críticos
y por consecuencia, competitivos.
Bibliografía
Arconada Melero, M. (1998). La publicidad en familia. Comunicar,
83-96.
Moyano Estrada, E.,
& Navarro Yáñez, C. J. (2004). El consumerismo como respuesta activa de
los consumidores. Distribución y comercio, 78-80.
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