martes, 4 de septiembre de 2012

Sobre el caso de Ciba-Geigy…



En su libro sobre cultura y liderazgo organizacional, Edgar Schein describe su experiencia como consultor de dicha empresa y uno de los aspectos que resalta en el primer capítulo es la “territorialidad” que tienen algunas personas en lo que a su trabajo y área se refiere. Es decir, les resulta muy difícil aceptar crítica de alguien más, especialmente si no lo consideran como lo suficientemente experimentado o simplemente no es titular de “su área”. Lo anterior, creo, es muy común y lo he enfrentado así como he visto que algunos de mis alumnos lo enfrentan pues en las primeras experiencias laborales suele suceder que uno llega muy “fresco” a la organización, con muchas ideas, propuestas y además queriendo lucirse. Particularmente, sufrí los embates de estos supuestos cuando en una junta se me ocurrió realizar un comentario respecto a cómo mejorar la percepción de calidad de algunas de las personas a las que prestábamos un servicio. El titular de esa tarea no tomó a nada bien mi comentario pues pensó que, aparte de imprudente, yo no sabía de qué estaba hablando.
 
 
 

En algo estaba en lo cierto, imprudente sí fui, pues no conocía las reglas tácitas de comportamiento de la organización. Los supuestos de que si uno tenía alguna crítica que hacer o comentario que realizar lo tendría que hacer antes en privado con la persona que fuera a estar involucrada en vez de “ventanearla” enfrente de los demás. Esto empañó definitivamente mi imagen en la organización por una temporada, pues a pesar de que la propuesta realizada se implementó con éxito (pues sí sabía de lo que estaba hablando, ya que en alguna ocasión yo misma había sido usuaria), el momento elegido y la manera en que “pisé” ese terreno no fueron los idóneos.

Asimismo, he visto a mis alumnos, cuando se van a prácticas profesionales, frustrarse con personas cuyo supuesto es similar. Los llegan a calificar de “metiches” “arrogantes” “habladores” cuando en realidad en la universidad constantemente les lavamos el cerebro diciéndoles que propongan, que promuevan la mejora continua, que no sean apáticos y ellos (al igual que yo, cuando comencé a trabajar) lo que desean es “quedar bien”, todo lo contrario al efecto que en ocasiones producen. Desafortunada y muchas veces injusta, esta situación es hoy en día una razón más para entender la cultura que se desarrolla en muchas organizaciones.

2 comentarios:

  1. Hola Liz: Respecto a tu entrada, justamente ayer, comentaba con una compañera de trabajo que cuando llegas a una empresa o institución no siempre la juventud es de ayuda, pues nos ha pasado que nos creen inexpertos o con falta de experiencia o conocimientos.

    Es verdad que carecemos de la idea del manejo y movimientos de la organización, pero no por eso se debe de prejuzgar a una persona. Además el personal con mas años trabajando, ¿porque cerrarse a nuevas ideas que incluso, pueden mejorar su sistema de trabajo?

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  2. Gracias Liz por compartir tu propia vivencia del desconocimiento de lo que llamas, "Las reglas tácitas".

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