En su libro sobre cultura y liderazgo organizacional, Edgar
Schein describe su experiencia como consultor de dicha empresa y uno de los
aspectos que resalta en el primer capítulo es la “territorialidad” que tienen
algunas personas en lo que a su trabajo y área se refiere. Es decir, les
resulta muy difícil aceptar crítica de alguien más, especialmente si no lo
consideran como lo suficientemente experimentado o simplemente no es titular de
“su área”. Lo anterior, creo, es muy común y lo he enfrentado así como he visto
que algunos de mis alumnos lo enfrentan pues en las primeras experiencias
laborales suele suceder que uno llega muy “fresco” a la organización, con
muchas ideas, propuestas y además queriendo lucirse. Particularmente, sufrí los
embates de estos supuestos cuando en una junta se me ocurrió realizar un
comentario respecto a cómo mejorar la percepción de calidad de algunas de las
personas a las que prestábamos un servicio. El titular de esa tarea no tomó a
nada bien mi comentario pues pensó que, aparte de imprudente, yo no sabía de
qué estaba hablando.
En algo estaba en lo cierto, imprudente sí fui, pues no
conocía las reglas tácitas de comportamiento de la organización. Los supuestos
de que si uno tenía alguna crítica que hacer o comentario que realizar lo
tendría que hacer antes en privado con la persona que fuera a estar involucrada
en vez de “ventanearla” enfrente de los demás. Esto empañó definitivamente mi
imagen en la organización por una temporada, pues a pesar de que la propuesta
realizada se implementó con éxito (pues sí sabía de lo que estaba hablando, ya
que en alguna ocasión yo misma había sido usuaria), el momento elegido y la
manera en que “pisé” ese terreno no fueron los idóneos.
Asimismo, he visto a mis alumnos, cuando se van a prácticas
profesionales, frustrarse con personas cuyo supuesto es similar. Los llegan a
calificar de “metiches” “arrogantes” “habladores” cuando en realidad en la
universidad constantemente les lavamos el cerebro diciéndoles que propongan,
que promuevan la mejora continua, que no sean apáticos y ellos (al igual que
yo, cuando comencé a trabajar) lo que desean es “quedar bien”, todo lo
contrario al efecto que en ocasiones producen. Desafortunada y muchas veces
injusta, esta situación es hoy en día una razón más para entender la cultura
que se desarrolla en muchas organizaciones.
Hola Liz: Respecto a tu entrada, justamente ayer, comentaba con una compañera de trabajo que cuando llegas a una empresa o institución no siempre la juventud es de ayuda, pues nos ha pasado que nos creen inexpertos o con falta de experiencia o conocimientos.
ResponderEliminarEs verdad que carecemos de la idea del manejo y movimientos de la organización, pero no por eso se debe de prejuzgar a una persona. Además el personal con mas años trabajando, ¿porque cerrarse a nuevas ideas que incluso, pueden mejorar su sistema de trabajo?
Gracias Liz por compartir tu propia vivencia del desconocimiento de lo que llamas, "Las reglas tácitas".
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