Debo decir que si los
anteriores capítulos me habían gustado estos dos últimos se me hicieron muy
vastos, no tanto por extensión sino por el contenido, por lo que implican. De
hecho, es la ocasión que más trabajo me ha costado concretar lo que voy a
escribir. Intentaré ser breve pero no lo prometo…
Sobre el concepto de
realidad. Me parece que la clave es la empatía, desgraciadamente mucho se
interpone para “ponernos en los zapatos” de los demás. Definitivamente, en el
día a día todos vivimos realidades distintas, incluso dentro de círculos muy
cercanos como lo es la familia.
Les cuento una experiencia esta semana. Resulta
que, como saben, soy profesora y nos encontramos en periodo de exámenes esta
semana. Por esta razón me he encontrado muy atareada, con mucho trabajo,
estrés, etc. Mi marido, que está en el mismo rollo que yo, también. Pues bien,
a pesar de estar involucrados en la misma rutina, nuestras realidades son
distintas. ¿Por qué lo digo? Porque nuestros supuestos también son distintos en
algunas ocasiones. Justamente nos pasó hace unos días que a la hora de la cena
le pregunté que qué quería que le preparara y él me respondió “nada”. Para mí,
en ese momento, el que me lo dijera fue casi un insulto pues cuando le pregunté
la razón me respondió “porque yo mismo me la puedo preparar”. Por supuesto que
esa respuesta no ayudó en nada porque lo tomé como “no me gusta lo que
preparas, lo puedo hacer mejor yo”. Él en realidad estaba intentando ayudarme pues
me veía muy atareada y no quería cargarme la mano. Sólo comunicándonos se
resolvió el malentendido, en el cual le hice saber que para mí era importante
tomarme el tiempo de procurar a mi familia y él me hizo saber que él intentaba
hacer exactamente lo mismo.
Caso contrario, y esto va
relacionado con el concepto del tiempo también. Mi mamá se retiró del trabajo
hace varios años por lo cual su ritmo de vida no es tan acelerado como el mío.
En esta misma semana, cuando me encontraba dando clase, me llama por teléfono.
A pesar de que no me gusta salirme a responder el teléfono, cuando se trata de
ella (se encuentra enferma), mi marido (quien conoce mi horario) o veo el
teléfono del colegio del niño siempre respondo porque asumo que se trata de
algo importante o urgente. Al preguntarle a mi madre lo que necesitaba y si
había alguna urgencia ella me responde que sí, que le hacía falta queso y que
cuando fuera a Costco se lo comprara por favor porque ya no tenía. ¡Aquí me
cayó el veinte de que definitivamente no tenemos el mismo concepto del tiempo
ni su realidad es igual a la mía! Les coloco una imagen que subió uno de mis
alumnos a facebook y me pareció muy adecuada al tema.
Me costó mucho trabajo
entender los conceptos de monocrónicos y policrónicos (¿se traduce así?). Como
lo interpreto es: en la monocronicidad se realizan las tareas una por una y en
la policronicidad se pueden realizar de manera simultánea, como el “multi-tasking”.
De estar correcta en mi suposición creo encontrarme inmersa en un trabajo que
demanda mucho la policronicidad siendo yo más del gusto de la monocronicidad.
Considero que aunque alguien considere que puede hacer muchas tareas a la vez
éstas no se realizan con la misma dedicación que si se hicieran prestándoles el
100% de nuestra atención.
En cuanto a la asignación
del tiempo por tareas, le voy más a la teoría del “tiempo de desarrollo” o “developing
time”, es decir a tomarme el tiempo necesario hasta que creo que esté correcto.
Me parece que no se trata sólo de cumplir sino de hacerlo como se debe y no por
cumplir con una fecha quiere decir que se alcanza el objetivo. Por ejemplo: hoy
en día se ofrecen carreras más cortas para que los jóvenes se incorporen
rápidamente al ámbito laboral. De hecho en alguna clase discutíamos qué tan
bueno era eso pues de cualquier manera hay cosas que aprendes fuera de la
universidad. No obstante, considero que, (como lo comentábamos con el anterior
capítulo), una de las funciones intrínsecas de la universidad o los colegios es
el de ayudar en el proceso de maduración. Esto implica que una persona debe de
pasar por algunas fases antes de tener la madurez necesaria para trabajar y
aunque lo apresuremos, ciertos procesos toman su tiempo. Incluso considero que
podría ser contraproducente el que a una persona no le demos “chance” de que
pase por su crisis profesional o existencial porque ya no le dio tiempo, porque
cuando se dio cuenta ya estaba trabajando…
Me parece aquí que se
está perdiendo el foco a lo que realmente es importante. ¿Por qué queremos las
cosas rápido? ¿Nos hace más felices realmente?
Respecto a la cuestión de
espacio me parece que soy una persona tendiente a la cercanía, a la proxemia.
En general me gusta y considero que soy abierta tanto en lenguaje verbal como
no verbal. Esto es porque creo que mientras más nos demos a conocer y
conozcamos a los demás mejor los entenderemos. No obstante, he llegado a chocar
mucho con las personas que no lo son, lo cual, irónicamente indica que no las
estoy entendiendo al querer que se abran tanto. Me siento incómoda con personas
distantes, me provoca ansiedad e incluso desconfianza en algunos casos. Aquí mi
pregunta es ¿qué puedo hacer para entenderlas y colaborar con ellas si no tengo
suficiente información?
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