El caso que les voy a platicar es lo más cercano a lo que
describe George pues en parte la ayuda fue solicitada pero no por quien fue
ayudado o consultado… (perdón por el rollo de antemano, pero está linda la
historia).
Hace ya algunos años tuve la oportunidad de ayudar a una
chica en serios problemas. Resulta que yo acababa de ingresar a la organización
y como buena novata estaba muy nerviosa de cómo me iría en este nuevo puesto el
cual involucraba mucho contacto con jóvenes de alrededor de 18 o 19 años. Me
topé con muchísimas sorpresas agradables y también otras que me generaron un
gran susto, de la segunda categoría es de la que les platicaré…
Uno de esos primeros días, me encontraba trabajando cuando
una mamá llamó a la puerta y me preguntó por la persona que ocupaba mi puesto
anteriormente. Ante la decepción que se llevó por encontrarme de manera
definitiva en ese lugar y yo notarlo, le propuse apoyarla de la misma manera
que la apoyaría mi predecesora. De manera escéptica me platicó que su hija se
encontraba estudiando con nosotros y que estaba muy preocupada por ella pues “tenía
un noviecito que le estaba haciendo garras la vida” y quería que le aconsejara
qué hacer o que por lo menos le diera un seguimiento más cercano para posteriormente
decidir si permanecería o se regresaría a su casa (cabe recalcar que ambas son
originarias de otro estado de la República).
Le solicité que me platicara la situación y ella así lo
hizo, diciéndome que su hija era brillante, que el novio la maltrataba, que
tenía miedo de que anduviera en malos pasos por influencia del mismo, que le sacaban
el dinero que le mandaba, entre otras muchas desgracias… Mi respuesta ante esto
y al ver a esta señora muy nerviosa fue el comentarle que me estaba
incorporando, que no conocía a su hija pero que me permitiera indagar la
situación platicando con la involucrada. En ese momento pensé “puede que esté
en lo cierto y va a estar delicado el asunto o capaz que se está imaginando
cosas que no son… mejor averiguo…”
Nuevamente, de manera escéptica y sobre todo ante mi
respuesta, me preguntó “¿y no será mejor que busquemos a… (mi predecesora)?” a
lo cual le pedí me concediera el beneficio de la duda y que aunque no le podía
dar una solución, juntas seguramente la encontraríamos.
Acto seguido, cité a la estudiante con la cual platiqué… no
fue fácil pues alertada de que la mamá había ido, llegó con la espada
desenvainada. No obstante, después de una charla ligera, ella empezó a
platicarme su situación. Desgraciadamente, aunque ella no lo veía mal, la mamá
estaba en lo cierto: la chica tenía un novio que la maltrataba, le sacaba el
dinero, le quitaba el coche, entre otras muchas cosas, todo un príncipe azul.
Por supuesto que intenté preguntarle cuáles eran las razones para andar con
semejante joyita a lo cual ella me respondía que lo quería, que estaba
enamorada, etc.
Como se podrán imaginar, esto no se puede resolver en dos
citas, por lo cual le fui dando seguimiento. Hubo muchas sorpresas,
desagradables todas, en las cuales no profundizaré; sin embargo, vale la pena
decir que poquito a poco me fui ganando la confianza de las dos, de la hija y
de la mamá. Una para que me confiara sus angustias y lo que estaba pasando y la
otra para que me confiara lo más precioso que tenía, su hija. Con el paso del
tiempo y mucho trabajo de introspección
logré que llegáramos a acuerdos, primero, estar todas juntas en la oficina sin
hacer berrinches y luego realizar compromisos para tranquilidad de ambas.
Finalmente y después de muchos pleitos la chica acordó estar
bajo supervisión primero y posteriormente separarse un rato (para alejarse del
condenado novio), irse de intercambio y explorar nuevas oportunidades,
conseguir un trabajo… y así fuimos progresando.
Tuve grandes sustos pero también grandes satisfacciones con
este caso. La primera fue cuando un buen día entró en mi oficina la mamá de la
chica a decirme que “al principio no creía en mí” pero que ahora entendía que
yo estaba en el lugar que estaba por “grandes razones” y que agradecía haberme
dado la oportunidad de apoyarles. Todavía mejor fueron las dos otras
satisfacciones que siguieron: la chica rompió con el novio al irse de intercambio
y posterior a avisarle a la mamá me escribió a mí para decírmelo (¡uff!) pero
sobre todo, fui de las primeras en recibir un agradecimiento de su parte junto
con una foto de su graduación J
Wow, sí que le entraste. La mamá y la hija también le entraron y poco a poco fueron poniendo de su parte. Qué buena historia, gracias por compartirla. Historias como esta nos anima a poner de nuestra parte cuando la situación nos la pide.
ResponderEliminarHace un momento publiqué una reflexión acerca de la acción de ayudar que nace de la empatía.
Gracias George :) Sí, en realidad el trabajo fue de ellas, pero fue muy padre ayudarles a que se comunicaran de mejor manera. Abrazos
EliminarLiz! me encanta tu bondad, lo compruebo cada jueves en clase. Que maravilla, considero que es un tema sumamente complicado al que te enfrentaste, porque literal eras una tercera. Pero que bendición jaja, a veces quisiéramos una receta secreta para sacudir la cabeza de las personas. Creo que tu caso muestra la tenacidad y paciencia para entender ambas partes y así poder ir acompañando en el camino brindando confianza para el bienestar emocional de una familia. Gracias :)
ResponderEliminar¡Mil gracias Sarah! La verdad me sentía medio metiche al principio... pero una vez que me fueron ganando confianza fue muy padre. Además descubrirlas porque ambas son grandes mujeres, súper inteligentes, y ahora somos grandes amigas :)
EliminarHola Liz! Gracias por compartir tu historia con nosotros!Y que bien que pudiste llevarla a buen fin! Saludos! =)
ResponderEliminarGracias Adri :)
EliminarBuen día Liz, todo un reto tu historia y me alegra que haya tenido un desenlace feliz, creo que las tres lo merecían, por el compromiso y el trabajo que debió representar. Opino que muestras un sentido de empatía autentico, pues desde que llego la mamá de la chica, decidiste indagar en el caso en vez de cruzar los brazos y decir no me corresponde yo no se nada. Me parece que estuviste en el tiempo y lugares precisos, para conseguir una historia maravillosa de contar para nosotros los lectores y para la chica y su mamá de muchísimo aprendizaje, que estoy segura el día de hoy deben verle todo lo positivo que ganaron.
ResponderEliminarMuchas gracias Marisol, definitivamente las tres aprendimos muchísimo de esta experiencia, un abrazo!
EliminarMuy padre la historia y la imagen me encanto y la verdad es que te felicito porque puso salir todo mal y aun así te aventaste, me gustaría que me compartieras desde tu punto de vista ¿Cual fue tu arma que te llevo al éxito?,Saludos!
ResponderEliminarGracias Kristel! Híjole, no sé a ciencia cierta qué arma me daría el éxito pero supongo que un rol importante lo jugaron el escuchar mucho a ambas partes, de manera abierta, sin juicios para entender la situación antes de hablar jeje... un abrazo!
EliminarGracias por compartir tus vivencias, te aventaste y se logro algo agradable
ResponderEliminargracias
Gracias!!! nos vemos al rato :)
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