sábado, 30 de marzo de 2013

Conversaciones con Peter Block (cap. 12)


Me gustó mucho el capítulo 12 y me identifiqué mucho con ambos ejemplos. El del ámbito educativo lo relaciono con unas sesiones de retroalimentación que nosotros tenemos para incrementar la empleabilidad de los alumnos, en ellas normalmente se incluyen a profesores, directivos y por otro lado se incluyen a los alumnos, bolsa de trabajo, etc. Aunque no andamos mal en indicadores creo que el proceso de comunicación entre todos estos elementos podría ser más directo y sobre todo se deberían establecer canales de retroalimentación accesibles y oportunos con los sujetos más implicados que son los alumnos, ex alumnos y las empresas que los contratan. Incluso hacerlo específico pues no se dan las mismas circunstancias al egresar digamos para un administrador, que para un ingeniero industrial o para un comunicólogo. Creo que la información que nos puedan dar respecto a lo que necesitan para tener una experiencia profesional satisfactoria involucrándolos en su proceso de formación podría ser muy valioso.
 
 

Por otro lado, me sentí muy identificada también con el ejemplo que se da sobre el involucramiento de los pacientes y sus familias en el ejemplo de... Primero, creo que es muy cierto el que normalmente se habla de cura de enfermedad uno de fomento a la salud. En realidad me parece que mediante un proceso de aprendizaje activo se debería fomentar la vid saludable en las personas, sobre todo en los niños. No obstante, el ritmo de vida, los medios, no nos ayudan mucho. A pesar de esto, si nosotros empezamos a pensar en términos de salud y no de enfermedad, nuestro rol es el protagonista, no el de los médicos, pues la salud en gran parte estará bajo nuestro control. Sólo cuando algo extraordinario ocurra se necesitará la intervención de un especialista u aquí también coincido con el autor en que el paciente debe ser todo en cuenta, al igual que sus familiares, etc. para qué estén informados, colaboren y tomen las decisiones que sean necesarias. Personalmente me ha tocado ser paciente y familiar de paciente y en ambas ocasiones he agradecido que me pregunten, que me escuchen y que me permitan preguntar las veces que sea necesario hasta que yo me sienta tranquila de que lo que se va a realizar es lo más adecuado para mí o para mi familia y pueda contribuir al cambio, tratamiento, etc. No hay que olvidar que especialmente en circunstancias  como ésta, las personas se encuentran en situaciones especialmente vulnerables y el trato une se les da puede marcar la diferencia entre una relación de confianza o una situación indigna o inhumana.

jueves, 21 de marzo de 2013

Enseñanza de vida


Cuando George nos preguntó la clase pasada qué haría que la labor de consultoría valiera la pena, una de las respuestas que dimos Caro, Jaime y yo fue el trascender, dejar huella en alguien, un alumno o un desconocido. Lo dijimos y sin embargo,  hubo un acontecimiento la semana pasada que me lo dejó clarísimo. Se los platico...

 

Conocí a Isabel aproximadamente hace unos veinticinco años, cuando yo estaba en primaria. Ella era amiga de mi mamá y la veíamos por lo menos una vez por semana para tomar el café (yo pedía un helado pues tendría unos 7 u 8 años). Mi labor era la de acompañante permanente de mi mamá, quien jalaba conmigo a todos lados pues al ser madre soltera nadie más me podía cuidar y por lo tanto en estas tertulias yo participaba con la consigna de ver, oír y callar absolutamente todo lo que escuchara, bueno, malo, chismes, intrigas y por supuesto, cosas que a esa edad ni siquiera comprendía.

Posteriormente tuve la suerte de que fuera mi maestra de sexto de primaria, quien por cierto fue la primera en sacarme del salón por platicona (ella sí que veía el problema que se avecinaba). Por supuesto había un cariño especial, pero no por eso hubo favoritismos, siempre teniendo un oído atento y consejos para darme a mí y a mi mamá (ninguna monedita de oro era yo).

Miles de anécdotas por recordar, miles de favores y apoyos que junto con mi madrina Maida nos brindaron, (de ella también me tomaré el tiempo de escribir después, pues ha sido clave en mi vida), hasta el punto de tener una relación más cercana que la de cualquier familiar de sangre.

Isabel fue de las primeras personas que me ayudó a tener confianza en mí, Debo decir que ella además de tener la profesión de maestra (normal), tenía la carrera de enfermería, y era una de las personas más cultas que he conocido. No obstante, su sed de conocimiento no se quedó ahí pues a sus cincuenta años ingresó a la licenciatura en historia del arte, la cual concluyó satisfactoriamente después de muchas peripecias. Fue ahí donde tuve la oportunidad de tratarla más ya como mi compañera y amiga. Solíamos reunirnos en el área de humanidades para desayunar, tomar cafés interminables en donde ella me escuchaba con un oído atento, sin juzgarme y procurando entender las locuras que pasaban por mi mente. Novios, materias, encuentros y desencuentros con mi mamá, con amigas, cualquier cosa era buena para empezar con el café y seguirnos en ocasiones hasta la comida e incluso la cena. Claro que me aconsejaba, pero lo sabía hacer de tal manera que casi podría jurar que había sido mi idea o por lo menos quedaba totalmente satisfecha.

 No obstante, su lección más importante la empezó a dar hace alrededor de unos diez años. Un día nos platicó que le habían diagnosticado cáncer, que la iban a intervenir y que esperaba que extirparan todo lo maligno. No fue así. Recuerdo haber estado en el hospital con mi mamá, mi madrina, un montonal de amigas y su familia cuando fue comunicado el que no habían podido hacer nada y que lo único que quedaba era dar quimioterapia y prepararse esperando lo mejor.

Durante esos diez años ella religiosamente obedeció las indicaciones de los médicos, se sometió a incontables quimioterapias, a un estricto régimen alimenticio, visitas médicas. Durante todo ese tiempo ella continuó siendo esposa, madre, abuela, amiga… Pero lo que más aprendí es que durante todo este tiempo ella nunca perdió el ánimo, las ganas de luchar, de automotivarse, de genrar un mejor entorno para los demás. Todos esos años ella siguió estudiando, terminó su licenciatura en Historia del Arte, tomó diplomados y empezó su maestría (para la cual le faltaba muy poco por cierto).

Cuando lo pienso, en años nunca recuerdo haber escuchado de ella las palabras “no puedo”.  Siempre pensaba en alternativas, en posibilidades y no sólo se animaba ella sino que motivaba a los demás. Creo que a la larga ella me motivó mucho más a mí de lo que yo le pude echar porras a ella en el proceso tan largo y duro por el que pasaba.

Cerrando con el tema, creo que Isabel fue la mejor de las consultoras o coaches, pues su enseñanza trasciende, generó una relación a largo plazo basada en la confianza absoluta, en el descubrimiento de otras personas, en un interés genuino y en la autenticidad como ninguna.  A Isabel le agradezco eternamente no sólo sus lecciones y consejos, sino que le tengo un enorme cariño por su ejemplo de vida.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Conversaciones con Peter Block (Capítulos 10 y 11)

 

Seré breve porque me falta platicarles lo que prometí en una de mis publicaciones pasadas. Del capítulo 10 lo que más me llamó la atención y con lo que más coincido es con el mantener el interés principal en la relación a largo plazo. ¿Cuántas ocasiones lo único que nos mantiene atentos es el tener la razón o el venderle al cliente lo que cree que necesita? Claro que todo esto tiene como base el ser auténticos (ya lo comentábamos) pero también el ser éticos. No venderles soluciones maravillosas o mágicas a las personas si sabemos que no lo son, no ofrecer cursos de capacitación estandarizados sin siquiera conocer a la organización, son detallitos que dicen mucho de quiénes somos. Recientemente me tocó ver a una persona bastante exitosa en su ramo dar una conferencia y todos tenían una gran expectativa. A pesar de que fue buena (no por nada tiene éxito) creo que se encasilló en un molde que ya le ha dado éxito y no procuró dar un valor agregado al público que la escuchaba. Siento lo mismo cuando un consultor da exactamente la misma oferta de capacitación para cualquier tipo de empresa y llega con todo un catálogo a ofrecer sin siquiera saber las necesidades del personal. Puede ser que al principio “te lo compren” pero a la larga no se generará un lazo de confianza pues también implica que no hubo la voluntad por parte del consultor de entender la problemática específica, no hubo una escucha activa, sólo hubo el interés de vender.

 


 

Respecto al capítulo 11 dos puntos fueron los que más me llamaron la atención por la dificultad que implica lograrlos: el que deba haber total transparencia y el que la falta de involucramiento por parte de las personas signifique una renuncia al derecho de quejarse o ser escuchados. Considero que es sumamente difícil lograr la transparencia, sobre todo entre áreas pero esto puede deberse también al sistema de objetivos que se tenga. Si se ve a la organización efectivamente como un sistema en que todos colaboran y no compiten entre sí, compartirán sus factores de éxito y de fracaso. No obstante, si normalmente se compara al personal en detrimento de su confianza/seguridad, es probable que exista una competencia poco saludable y por lo tanto no estén abiertos a colaborar. Por último, aunque creo en la justicia que está detrás del dicho “si no colaboras o no opinas, no te quejes”, creo que es muy difícil cumplirlo pues finalmente todos forman parte de la organización y el alienarlos poco contribuirá al alcance de los objetivos globales. Coincido pero veo muy difícil el implementarlo, por lo cual creo que la ruta sería el generar una cultura de participación, apertura, confianza (creo que se ha vuelto mi palabra favorita), para que estas personas se involucren y sigan opinando/aportando.

lunes, 18 de marzo de 2013

¡Pero no te lo tomes personal!


¿Cuántas veces nos han dicho que no nos tomemos personal la negativa o diferencia de opinión de los demás? Muchísimas veces.

 

Debo reconocer que Cuando  Peter Block menciona en su libro que no nos debemos de tomar las resistencias al cambio de manera personal, no estuve de acuerdo con él. Cuando escucho esto lo relaciono con otra frase muy popular y que es:  "no estás siendo objetivo" o "no seas tan subjetivo". 

 

¿Qué no somos sujetos? ¿Cómo no ser subjetivos entonces? ¿Qué no nuestra subjetividad muchas veces le da valor agregado a nuestras decisiones incluso estableciendo un estilo de liderazgo en ciertas ocasiones? Creo que difícilmente podemos ser 100%objetivos pues no está dentro de nuestra naturaleza, al igual que al establecer un diálogo o relación entre dos o más personas será muy complicado "tomarse las cosas de manera personal".  La naturaleza de la resistencia es personal, ¿de qué otra manera se le puede tomar entonces?

 

Creo que a lo que se refiere Block es a no tomarlo como una agresión directa a nuestra individualidad. No es que la persona no nos acepte de manera general, sino que se le dificulta aceptar lo que proponemos por no entenderlo, temer las consecuencias del mismo o simplemente no encontrarse en las mismas circunstancias y ver el mundo como nosotros lo estamos viendo en ese momento. Al verlo así, concluyo que sí es algo personal pero por lo mismo hay que procurar entender la motivación de la persona a comportarse de una manera o de otra y de lo que salga, procurar llegar a un compromiso. Es más, creo que esto es tan personal, que si no se le ve así y si no se entiende a la persona, no se logrará un acuerdo sobre la manera de trabajar a largo plazo. En modismos mexicanos sería como intentar darle al otro "atole con el dedo".
 
 
Fuente: http://amalgamatedbiscuit.blogspot.mx/2011/01/sad-boy.html

Un caso de éxito lo tuve hace poco. Resulta que con mis grupos uso mucho Facebook y me ha dado buenos resultados porque ellos pasan gran parte de su tiempo ahí. Al compartir esta experiencia de enseñanza con una compañera ella me dijo que no le gustaba esta idea y que sí íbamos a dar clase juntas preferiría que yo me abstuviese de dicha propuesta con los alumnos implementando solamente lo que tradicionalmente utilizamos que es el blackboard (también lo ocupo pero adicionalmente uso Facebook para dinámicas, anuncios, aclarar dudas, etc.)

 

Al principio me costó trabajo aceptar el hecho de que no viera como buena mi "súper idea" (arrogantemente así la veía yo), y sí pasó por mi mente el que en realidad ella no quería trabajar conmigo. Me lo estaba tomando personal, y así era, sólo que después entendí que Facebook es una herramienta y ésta la debes utilizar cuando a ti te sea útil no cuando no le veas el propósito o sólo para complacer a alguien más. Es decir la resistencia sí era personal, tanto la de ella para acepar mis métodos como la mía para adaptarme a su sistema; no obstante, el que sea personal no significa que no podamos resolverlo, no se debe de estigmatizar tanto este concepto. Lo que hicimos fue llegar a un acuerdo, para mi parte de la clase y mis dinámicas lo seguiría utilizando y para la de ella se utilizaría blackboard pues de todos modos es el canal de comunicación oficial y hay ventajas que pueden derivarse de lo anterior. Creo que de esta manera ambas nos comprometimos y aceptamos las diferencias de método de la otra si querer "convertirla" y enriqueciendo el curso en beneficio de los alumnos.

 

Nota: no estuve la sesión pasada por lo que es posible que esté diciendo una barrabasada... De ser así ofrezco disculpas de antemano :)

lunes, 11 de marzo de 2013

Conversaciones con Peter Block en Flawless Consulting (Agonías del contrato, Consultor Interno, Resistencias y Cómo lidiar con las Resistencias caps. 6, 7 , 8 y 9)


Con pena reconozco que  me atrasé mucho la semana pasada pero creo que por un lado estuvo mejor pues puedo platicarles de un caso que habla de todo lo visto en las últimas dos semanas. Abarcaré en el mismo caso los cuatro capítulos y los conceptos con los cuales los relacioné de manera más concreta.

Se trata de un caso que viví de consultoría interna y está un poco enredadito pero procuraré ser breve, clara y concisa J

Al estar trabajando en una organización tuve la oportunidad de brindar consejo a alguien. Resulta que esta persona llegó por recomendación de otra oficina de la República y se le ubicó en el mismo departamento, mismas funciones, etc. En el puesto ya llevaba veinte años por lo cual su contratación era prácticamente garantía y ya tenía planes de desarrollo para generar mayores credenciales, lo cual enriquecería su función. No obstante, al pasar seis meses, los resultados no fueron los esperados, pero existía la duda de si esto se debería a un razonable periodo de adaptación a un nuevo lugar de trabajo (y de vida). Pasó un año, los resultados fueron peores. Los directivos se empezaron a preguntar qué ocurriría, si los clientes variarían tanto de una zona a otra, etc. pues esta persona se desempeñaba en su área de experiencia e incluso en áreas en que se le consideraba como experta.

Pasados unos dieciocho meses llegó el momento de decidir si esta persona permanecería o no dentro de la organización pues entraban en juego cuestiones de presupuesto importantes. Su jefe directo (y el mío también) decidió apoyarla y ver cómo mediante una especie de  proceso de peer coaching se podría mejorar, es decir entre todos brindarle nuestro apoyo en lo que necesitara preguntar o cuando requiriera de alguna ayuda en específico. Lamentablemente esto fue en vano pues todo se quedó en palabras.

Por esta razón y al estar exactamente en el mismo puesto que esta persona, realizar las mismas funciones, etc. se me solicitó trabajara directamente con ella, de manera dependiente, para “compartir buenas prácticas”. Todo sonó muy bonito a excepción de que nunca supe si a esta persona le hicieron saber de manera directa, con las cartas sobre la mesa, la razón de por qué se estaba realizando esto y qué era lo que estaba en juego.  Entonces realmente no se dijo de manera explícita qué era lo que se esperaba del cliente ni tampoco del consultor (yo), ni siquiera se dijo de manera clara que era un proceso de consultoría, en realidad.

Extraoficialmente yo sabía lo que ocurría, pero oficialmente no.

A raíz de esto y con cierta falta de comunicación, se presentaron varias resistencias. Por ejemplo, una de ellas y que generaba tensión entre nosotras era que al tener ella mucha más experiencia que yo, veía con desdén lo que pudiera aportarle. Cuestionaba de muchas formas mi metodología y me señalaba “tú lo haces así, pero yo no…” o “pero el cliente ni sabe lo que quiere…” “no es lo correcto para el cliente, porque si lo pensamos a fondo…” No dudaba yo en ese momento que tuviera mucho que aprender de ella, y de hecho lo hice, no obstante, el propósito principal del proyecto era solucionar ciertos problemas en específico a los cuales ella no quería poner atención o minimizaba poniéndose a la defensiva. Aquí, en retrospectiva creo que además de poner en claro de lo que se trataba este proceso, me hubiera servido mucho preguntarle directamente cómo se sentía trabajando conmigo.

Incluso, reconociéndolo de manera muy honesta, puedo decir que yo no me sentía la persona idónea para este proceso pues además de no contar con el reconocimiento de la “cliente” resulta que por haber ingresado antes a la institución (de esta ciudad), yo había trabajado y mantenía una relación estrecha con sus jefes, de mayor confianza. Yo siempre sentí que esto no era bien visto por ella y significaba una amenaza (desde su perspectiva) porque era posible que yo “fuera con el chisme” a la dirección. Es decir, en lugar de verme como una colega, compañera o apoyo, creo que me veía como una espía o un verdugo. Esto, obviamente le atemorizaba a ella y a mí más, pues no quería que malinterpretara lo que yo le decía.
 

Dentro del mismo proceso, intenté apoyarme en las tecnologías para justificar mi postura a la hora de planear nuestras actividades y roles como todos los tutoría les en línea, minutas de junta y tips que pueden ser útiles pero hay casos más graves que sólo se podrían corregir con un trabajo y análisis en persona y más profundo. Como dice Block, estos aspectos casi no cuentan para la consultoría, son de soporte pero no nos ayudan a cambiar patrones de comportamiento.

A decir verdad, fue un ejercicio forzado de ambas partes pues no nos sentimos cómodas la una con la otra. Me quedó la duda sobre si ella tenía miedo o simplemente no creía o veía la necesidad de cambiar. También debo reconocer que al principio yo tampoco creía mucho en que pudiera funcionar pero de que quería que funcionara, lo quería con todo mi corazón.

Para no hacer el cuento más largo, posterior a sufrir todas las “agonías del contrato” o de las cuales adoleció este contrato, me propuse tener fe en mi proceso de consultoría interna. ¡Por supuesto que en ese momento no sabía exactamente lo que estaba haciendo! Sin embargo, hubo cosas que me funcionaron y que al final del proceso ayudaron a que esta persona (de hecho, las dos en conjunto) saliéramos bien libradas:

1.       Aunque nunca pude decirle directamente de qué se trataba el proceso o que su puesto estaba en juego, mejoré mucho la comunicación entre ella y yo formulándole preguntas, pidiéndole su opinión.

2.       Más que darle sugerencias procuraba que ella las descifrara, conduciendo un poco la discusión para que ella llegara a conclusiones similares o cercanas a lo que me había funcionado en ocasiones anteriores. Si esto no se daba procuraba decirle “¿sabes qué me contaron? Que esto da muy buen resultado ¿y si lo probamos?” A veces funcionaba, a veces no, pero mientras más confianza se generaba, con más frecuencia “pegaba la idea”.

3.       Procuraba que el cliente le diera su opinión de manera directa. Si no lo quería escuchar de mí, era importante que lo escuchara del cliente y procurara entender sus razones para una evaluación insatisfactoria.

4.       Mostrar evidencias de lo que ocurría sin buscar culpables sino razones, ¿cómo podremos trabajar con estos clientes? ¿cómo podríamos generarles una mejor experiencia?

 

Apenas escuché en algún lado (de verdad no recuerdo en dónde) que los antropólogos dicen que de sólo observar una cultura se puede llegar a cambiarla. No sé si en realidad los antropólogos digan eso ni en dónde lo digan, lo que sí creo es que a veces la observación y cuestionamiento nos puede ayudar mucho a aprender sobre los demás y sobre nosotros. Creo que ya el hecho de trabajar en conjunto con otra persona, llámese coach, consultor, compañero, puede ayudar a comprender lo que hacemos y cuestionar cómo lo podemos hacer mejor. 

 

Espero que no haya quedado demasiado largo compañeros, pero fue al 4x1 J

 

Saludos

Liz
 

P.D. Tengo otra anécdota que contarles, tiene que ver con consultoría, con la pregunta que nos hizo George la semana pasada (¿qué haría que tu rol como consultor valga la pena?) y con algo que viví recientemente que emocionalmente me pegó mucho y me hizo pensar, se las publico en estos días  y se las cuento en quince días pues no podré asistir esta semana. Abrazos.

jueves, 7 de marzo de 2013

El poder de la vulnerabilidad y las redes sociales


Qué buen video el de Brown,  lo vi dos veces y en cada ocasión me quedé reflexionando algo nuevo. No obstante, por economía de tiempo (notarán que publico bastante tarde en esta ocasión), comentaré lo último que me vino a la mente.

Si todos necesitamos aprender a aceptar y a aceptarnos para mostrarnos vulnerables cómo traducimos esto al uso de redes sociales. Por ejemplo, en Facebook, Twitter y Linked-In. Como sabrán las tres tienen propósitos distintos, o por lo menos fueron concebidas con propósitos distintos. Una, para reencontrar compañeros, la otra para informar y manifestar lo que pensamos y la última para generar contactos profesionales y compartir el conocimiento. Sin embargo ¿las utilizamos auténticamente y únicamente para eso? ¿será que en alguna buscamos mostrarnos atractivos, en otra inteligentes y en otra exitosos siempre?

Cuando Facebook alcanzó los 300 millones de usuarios, Andrés Roemer publicó un artículo en su blog y un periódico al respecto. En éste, el politólogo habla de la naturaleza de esta herramienta y por qué la utilizamos de manera tan natural y lo que más me hizo recordarlo es el hecho de que en un apartado menciona que Facebook nos ayuda a reproducir nuestra imagen, posiblemente mejorada. Transcribo el párrafo y les recomiendo ampliamente leer el artículo:

“Cuando construyes tu perfil, lo profano y lo sagrado se entrelazan. Las preguntas clave pretenden definirte e identificar el mundo de tus aspiraciones: “tu frase”, “tu lema”, “tu motto”, “tu ideología”, “tu religión”, “tu pertenencia”, “tus clanes”, “tus ritos” y “tu música”. Todo es una reconstrucción de ti, quizás de un mejor tú.” (Fuente: http://www.andresroemer.com/blog/es/?p=318)

A pesar de las benevolencias que Roemer nos pinta y que concuerdo con él, viendo el video, me surgió la pregunta ¿qué tanta credibilidad nos dejan estas herramientas si intentamos “pintarnos” mejor ante los demás? ¿qué tan auténticos estamos dispuestos a ser?  Obviamente Brown se refiere a aspectos más relevantes que los de una fotografía editada pero, lo que intento decir es, ¿qué pasaría si a partir de la costumbre de mostrarnos como una maravilla nos lo fuéramos creyendo y cada vez fuera más difícil ser auténticos o mostrarnos vulnerables?

En fin, no sé si viajé muy lejos, pero se los dejo sobre la mesa…

 

 Fuente imagen: http://www.threethirtypm.com/facebook/facebookimaginary-friends-comic/