Seré breve porque me falta platicarles lo que prometí en
una de mis publicaciones pasadas. Del capítulo 10 lo que más me llamó la atención
y con lo que más coincido es con el mantener el interés principal en la
relación a largo plazo. ¿Cuántas ocasiones lo único que nos mantiene atentos es
el tener la razón o el venderle al cliente lo que cree que necesita? Claro que
todo esto tiene como base el ser auténticos (ya lo comentábamos) pero también
el ser éticos. No venderles soluciones maravillosas o mágicas a las personas si
sabemos que no lo son, no ofrecer cursos de capacitación estandarizados sin
siquiera conocer a la organización, son detallitos que dicen mucho de quiénes
somos. Recientemente me tocó ver a una persona bastante exitosa en su ramo dar
una conferencia y todos tenían una gran expectativa. A pesar de que fue buena (no
por nada tiene éxito) creo que se encasilló en un molde que ya le ha dado éxito
y no procuró dar un valor agregado al público que la escuchaba. Siento lo mismo
cuando un consultor da exactamente la misma oferta de capacitación para
cualquier tipo de empresa y llega con todo un catálogo a ofrecer sin siquiera
saber las necesidades del personal. Puede ser que al principio “te lo compren”
pero a la larga no se generará un lazo de confianza pues también implica que no
hubo la voluntad por parte del consultor de entender la problemática
específica, no hubo una escucha activa, sólo hubo el interés de vender.
Respecto al capítulo 11 dos puntos fueron los que más me
llamaron la atención por la dificultad que implica lograrlos: el que deba haber
total transparencia y el que la falta de involucramiento por parte de las
personas signifique una renuncia al derecho de quejarse o ser escuchados.
Considero que es sumamente difícil lograr la transparencia, sobre todo entre
áreas pero esto puede deberse también al sistema de objetivos que se tenga. Si
se ve a la organización efectivamente como un sistema en que todos colaboran y
no compiten entre sí, compartirán sus factores de éxito y de fracaso. No
obstante, si normalmente se compara al personal en detrimento de su confianza/seguridad,
es probable que exista una competencia poco saludable y por lo tanto no estén
abiertos a colaborar. Por último, aunque creo en la justicia que está detrás
del dicho “si no colaboras o no opinas, no te quejes”, creo que es muy difícil
cumplirlo pues finalmente todos forman parte de la organización y el alienarlos
poco contribuirá al alcance de los objetivos globales. Coincido pero veo muy
difícil el implementarlo, por lo cual creo que la ruta sería el generar una
cultura de participación, apertura, confianza (creo que se ha vuelto mi palabra
favorita), para que estas personas se involucren y sigan opinando/aportando.
Hola Liz,
ResponderEliminarCoincido con tu comentario a veces y lo relaciono con mi highlight, en ciertos momentos nos queremos sentir doctores recetar una pastilla y dar por concluido un problema, no nos esforzamos por escuchar, comprender y motivar a que el otro detecte como salir del problema.
Linda tarde.
Coincido con tu palabra favorita
ResponderEliminarnos hemos vuelto tan racionales que escuchar cuestiones limbicas nos predispone a disminuir la atenciòn o evitar.... evitaciòn
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