miércoles, 3 de julio de 2013

Consumo de autos: razón o gusto


“Es que mis papás no entienden que necesito un auto” me dijo en alguna ocasión un alumno. A lo que respondí cuestionándolo sobre la utilidad que le brindaba el transporte de la universidad o el público. “Me tendría que parar media hora antes” me respondió (básicamente). Por lo cual le propuse presentarle a otro compañero que vivía por la misma zona y tomaba clases en horario similar para que se pusieran de acuerdo y por una módica cantidad cumplieran con los objetivos de transporte, acompañarse para estar más seguros si salían tarde e incluso generar una amistad. Su respuesta, aunque corta, dijo mucho: “Mejor voy a aceptar el trabajo del verano y saco un crédito”.
 

Aunque el vehículo en sí es una herramienta destinada principalmente a cubrir la necesidad básica de transporte, sería engañarnos el pensar que es la única que cubre o incluso la más importante para algunos. Si este consumo fuera razonable por naturaleza entonces las calles estarían llenas de vehículos pequeños, ahorradores de gasolina, incluso se consumirían más los ecológicos. Si hubiera vehículos grandes serían colectivos y no para mostrar que se tiene más dinero o poder. En ese sentido, el artículo de Ángeles Cámara es muy claro al identificar los distintos consumidores de autos y sus razones para tomar dicha decisión. Los hay que lo hacen por el puro gusto y que la necesidad de transporte ya la han cubierto desde hace tiempo (pensando al estilo Maslow), los que podrían hacerlo por gusto pero no dejan de contemplar la razón precio-utilidad (siendo esta última no solamente la de transporte, no nos confundamos) y los que efectivamente hacen primar la razón antes que el corazón (Cámara Trejo). Sobre estos últimos hay que saber que incluso en esta economía, son los que menos abundan pues el pensamiento común al adquirir un vehículo es “si ya voy a hacer el gasto, por lo menos que sea a mi gusto”.

Entonces vemos al consumidor que iba a comprar un Chevy o un Golf y por alguna extraña razón termina comprando una Eco-Sport, pues a la hora de estar en la agencia le nace la imperiosa necesidad de disfrutar más a su familia, salir a pasear y así estarían más cómodos. Todos sabemos que posiblemente no salga más a pasear ni el paseo necesariamente lo disfrutarán más, pero las justificaciones y sobre todo para el asesor de ventas son más que válidas. De esta manera tenemos que el año pasado, los diez coches más vendidos en México no fueron necesariamente los más económicos o austeros (Guzmán, 2013). Lo mismo pasa con muchos productos cuyo uso debería ser el cubrir una necesidad básica, si no, sólo pensemos en los celulares más novedosos. Éstos tienen todas las funciones desarrolladas al máximo, internet, fotos, etc… curiosamente la que más les falla es la del teléfono.

Debo reconocer que a finales del año pasado yo estuve a punto de ser una de estas consumidoras. Me di vueltas por todas las agencias de la ciudad subiéndome y bajándome de autos y camionetas, haciendo cuentas, regateando y anexas. Hice tablas comparativas, lo platiqué con mi esposo, me fui a la revista del consumidor, en fin. Finalmente, debido a una emergencia familiar, no pude comprar nada. Pero también hubo dos factores que influenciaron el que no hiciera una compra impulsiva. El primero fue que para el coche que realmente me gustaba no me alcanzaba. El segundo, irónicamente fue otra publicidad de bienes raíces en la cual se predicaba más o menos lo siguiente: “el valor de tu coche en cinco años será de la mitad, el de un terreno será el doble”.

 Bibliografía


 


Cámara Trejo, Á. (s.f.). ¿Razón o gusto? Para comprar un auto.

Guzmán, A. (25 de abril de 2013). Los 10 modelos más vendidos en México. Recuperado el 28 de junio de 2013, de Atracción 360: http://www.atraccion360.com/los-10-modelos-mas-vendidos-en-mexico?img=1


 

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