lunes, 23 de febrero de 2015

Tener miedo: sobre los acontecimientos recientes…

Esto no es una opinión ni tampoco un sermón religioso (los que me conocen saben que no me caracterizo por ser particularmente religiosa, lo cual no es lo mismo que tener un lado espiritual). Lo que sí escribo, es lo que me han dejado los acontecimientos recientes, llamémosle una reflexión (que espero se convierta en mi aprendizaje). Me tomo la licencia de compartirla porque, como muchos, pienso que lo que ocurre a nuestro alrededor, no debe pasar inadvertido.

Mi mamá decía (como muchas seguramente): "Cuando tengas hijos, lo entenderás". Sobre todo recuerdo que en alguna ocasión le pregunté:"¿Pero de qué tienes tanto miedo? Si de joven te atrevías a tantas cosas, ¿por qué ahora todo lo piensas dos, tres o mil veces?" Ella me respondió:"Porque ahora no sólo actúo por mí, sino por las dos. Lo que yo decida, darte, quitarte, enseñarte pasar por alto, se reflejará en tu vida."  Y es así, que desde que nació mi hijo, confieso que efectivamente: TENGO MIEDO.

Tengo miedo de regarla y no enseñarle a trabajar y luchar por lo que vale la pena. Tengo miedo de tomar una mala decisión y lastimarlo. Tengo miedo de traumarlo (por ridículo que suene). Tengo miedo de ser injusta o cruel con él. Tengo miedo de no infundirle la confianza en sí mismo que necesita para sobrevivir en esta sociedad, cada vez más dura. Tengo miedo de que los límites que le ponga no sean suficientes. Tengo miedo de no apoyarlo, escucharle o hablar con él cuando lo necesite. Tengo miedo de defraudarlo. Tengo miedo de que me vea como un fracaso. Tengo miedo de que no cuide su salud, su cuerpo, su mente, su espíritu. Tengo miedo de no enseñarle a asumir la responsabilidad de sus actos. Tengo miedo de no enseñarle a tener humildad ni saber reconocer cuándo es necesario o preferible recurrir a mí  o a su papá. Tengo miedo de no enseñarle a ser compasivo o de que los demás no le tengan compasión. Tengo miedo hasta de perderlo de vista un segundo, porque ese segundo puede ser trágico. A fin de cuentas, creo que tengo miedo de que él no tenga miedo, porque reconozcámoslo, el temor puede hacernos repensar.

Dudo que como padres, alguno de nosotros no haya perdido el sueño por lo anterior, porque sabemos que somos falibles, por lo que sólo nos queda rogar porque Dios nos dé entendimiento suficiente para hacer el bien, en el momento adecuado, de la manera más prudente y con la persona correcta, así como que la vida y los demás tengan compasión de nosotros y de nuestros hijos.